lunes, 25 de febrero de 2013

De tener y no tenerte

Tengo un tendedero de cartas que te bailan las palabras
como la falda de una gitana
que medio vuela descalza,
rozando el suelo tan suave y descaradamente
como podía besarte yo.
Tengo una pinza que no sujeta todo lo que quiero decirte
y sin censura de nadie
hablo hasta que
termino por oírte gritándome que ya vale.
Tengo una mañana amarga de sábana fría
y un despertar legañoso en una cama vacía.
Tengo un sueño infinito en las pestañas
y unas ganas terribles de tenerte cerca
para no dejarte dormir.
Tengo demasiados polvos pendientes
y la habitación sucia de ausencias de ti.
Tengo partes de recuerdo entre los dientes
y monstruos debajo de la cama
obligándome a rendir cuentas
a las noches en vela que pasaron otros por mi.
Tengo un reloj de ayer
sin arena para mañana
y muchas razones que nada tienen que ver
con que pierda mi tiempo echándote de menos
imaginándonos a la orilla de mi playa favorita de Barna.
Tengo una recámara sin balas
pero con ganas perdidas que disparar
en direcciones contrarias a ti.
Tengo contados los golpes que daré
a la pared
cuando esta noche vuelva a vivir
la pesadilla de siempre
en que sueño que te oigo con otra
en la habitación de al lado.
Tengo pendiente ponerle los cuernos a la suerte
y apostar tus motivos a un solo dado,
por ver si gano en porqués
todo lo que perdí en desengaños.
Tengo millones de desaires que deberte
y sin embargo, más partes de mi que entregarte.

Tengo un corazón sin salida
con una rendija en forma de piedra
por donde escapaste sin permiso,
sin cuidado, sin despedirte siquiera.
Tengo muchas nostalgias y pocas certezas,
un odio profundo a las lentejas,
y demasiado helado contra la tristeza.
Tengo varios lugares escogidos para escapar
y un historial demasiado largo
de fracasos en huidas.
Tengo predisposición y ganas
pero nadie que me enseñe a bailar tangos suicidas.
Tengo una angustia que no me abandona,
el corazón compungido
y las ojeras encharcadas.

Tengo poco de todo y tengo mucho de nada
si sigues faltándome tú.                                                              

lunes, 11 de febrero de 2013

Hay mares en todas partes

El mundo debería acabarse cada vez que dices adiós,
y yo debería ir por el mundo devolviéndote los finales.
Pero tú eres como ese café de por las mañanas
que no soy capaz de acabar,
y cómo ponerte fin,
si sigo saboreándote.
Has vuelto a equivocarte;
te parecía tonta, inocente o buena ¿verdad?
y no la vas a encontrar más destructiva que yo.
Léeme ahora que ya no te escribo,
mírame ahora que ya no me importa,
búscame ahora que ya no te sigo.
Empieza a huir de mi y me encontrarás,
porque soy la certeza que te queda
después de todas esas dudas
que ni la almohada te deja consultar.
Me tienes sueño, y no ganas.
Lo que quieres es dormir conmigo
y llamarme 'princesa'
pero yo prefiero vivir vendiéndome al mejor postor
y darle a la botella.
Que escribo para olvidar y no funciona,
así que me paso a lo tradicional,
a vaciar botellas por saciarme de esta rara sed de ti,
que no me quiere abandonar,
llenarlas de letras, tirarlas al mar,
y preguntar gritando a todo ese azul
por qué escogió vivir en tus ojos.


jueves, 7 de febrero de 2013

Ausencias

Escríbeme los besos más tristes esta noche,
no hace falta que los hagas rimar
solo necesito que dejen huella
que manchen de saliva
que, mientras me recorren entera,
se les pase la tristeza.
Y que se conviertan en canción,
que no tenemos que cantar
que solo es poner banda sonora
a lo que ya la tiene;
cambiarlos por ese ruido
que hace todo lo que no sucede en tu cama.
Que guapo estás ahí tan despeinado
y con esas ojeras de no haber dormido conmigo.
Que bien te sienta echarme de menos.
Pareces un invierno que ha perdido
el frío por un momento
y entrecierra los ojos
para intentar acostumbrarse a la luz del sol.
Pareces todo lo que llega después de los poemas,
todo lo que queda después de dejarte en el papel:
un millón de nostalgias sempiternas.
En fin, perdona que me invente todo esto,
perdona que siga escribiéndote.
Es que todavía no me recupero
de todo lo que quise decirte
después de cada beso
o durante todos los silencios.
No me recupero de no sentir ya el calor de tu piel
y de no vivir infiernos en pleno enero
por el mero hecho de estar a tu lado.
No me recupero de haberte tenido.
Ahora tengo frío y fiebre
estoy enferma de no tenerte,
y no me recupero.