martes, 26 de septiembre de 2017

Los restos del calor

Leo en una pantalla las palabras que dispara;
escribe y se encienden las luces.
Dice que le hago falta;
yo no sabía que podía hacer eso.
Me parpadea el corazón tan rápido
que creo que no quiere ver lo que está pasando.

Yo antes tenía miedo.

Temo que empiece a llover.
Veré las gotas reposar en sus labios
un segundo antes de que caigan,
como aquella última semana
en la que nunca llegábamos a casa.

Yo antes tenía muros.

Hay algo deshecho dentro de mí,
algo vencido
que ha quedado en calma y dócil.
Mientras en mi garganta, latente
y demandante, existe atrapado un nombre.

Yo antes me iba.

No necesitaba respuestas, sólo decir adiós.
Y no reconocí la impotencia
que asoló mis ganas,
ni la duda que se acostó en mis labios,
cuando fue otro quien se despedía de mí.

Yo antes olvidaba.

Mi recuerdo estaba tranquilo en ese lugar
donde todo se difumina.
No había dudas, ni preguntas;
tampoco amor.
Nada iba mal, igual que ahora.

Yo antes era otra.

Hace mucho que no espero nada de la vida,
así es cómo entiendo la aventura.
Sucede dentro del deseo
que cuando una ilusión rebosa,
aparece la realidad para acabar con todo.


-Sin embargo, ahora, aquí,
entre los restos del calor,
mientras el frío congela nuestro límite;
empieza a parecer
que te estoy esperando.-

Ya no sé si ha cambiado algo,
O si puedo ser otra y la misma,
aunque me faltes tú.




jueves, 7 de septiembre de 2017

Nuestro primer capítulo

He escalado de nuevo a lo más alto
y me ha saludado el vértigo con curiosidad,
hacía mucho que no nos veíamos.
Se pregunta cuándo me han devuelto
las ganas de volar.
¿Dónde estaban?
Veo ahí abajo un espacio a mi medida.
¿Es de verdad?
¿Fui capaz de compartir mi sueño contigo?
¿Me dejé dormir en el hueco de tu cuerpo?
Cómo ha pasado esto.
Si has sido un baile.
Voy reptando lejos de esa seguridad
que se ha adherido a mis mejillas
y de la confianza que curvaba mi cuerpo,
boca arriba, por un beso. 
Un beso breve en un baile.
Sí, 
sólo ha sido eso.
Pero ahí sigue el espectro
de tu mano entre mi pelo,
capaz de moldear su libertad y la mía.
Cierro los ojos lo más fuerte que puedo
y zarandeo mi cabeza de un lado a otro,
para borrar la sensación de plenitud
que invade mi muro;
está dibujando grietas. 
Debíamos suponer
que todo desaparecería al llegar a casa.
¿Sigo de camino?
Todavía llevo el eco en los labios
del deseo de tenerte cerca.
Todavía, estando ya tan lejos.
¿Lo ves? me están ardiendo las preguntas,
pero tengo tu olor en las muñecas
y mis manos anhelando las palabras
que evito escribir.
Dime,
¿qué hago ahora con todo este papel en blanco?

martes, 7 de marzo de 2017

Mujeres


"Hay una historia que no está en la historia 
y que sólo se puede rescatar aguzando el oído 
y escuchando los susurros de las mujeres." 
Rosa Montero

En mi casa somos mayoría.
En mi pueblo, en la ciudad, 
en el país, en el continente 
y en el mundo también.
Hoy la mayoría es una voz
que habla a través del tiempo
por todas las que apagó el silencio.
Nos componen los nombres olvidados
de las mujeres que debemos rescatar.
Aquellas que callaron
y sólo pudieron claudicar.
Las que se atrevieron a ser
y tuvieron que pagar por ello.
Rescatemos a las que se escondieron 
detrás de otro nombre
porque escribir las convertía en prostitutas.
- La desnudez libre de la mujer,
siempre prohibida. -
A las que empujaron hacía delante la medicina
y tuvieron que compartir el mérito.
A las que sólo reconocieron
su trabajo porque un hombre quiso hacerlo.
A las que vieron como otros robaban su investigación.
A las que esculpieron con el corazón roto
y su mundo no les creyó.
A las que fueron artistas encarceladas
porque otros las decidieron musas.
A la hermana de la madre de mi abuela
que tuvo la valentía de tener un hijo sola.
A mi abuela, que siendo señorita,
se ponía los pantalones debajo de la falda.
A las que quisieron ser escuchadas, 
a las que no cedieron, a las que soñaron 
y se cumplieron.
A las que hicieron lo que quisieron, 
se vistieron cómo quisieron 
y se casaron con quién quisieron.
A las que acusaron, encerraron 
y trataron de locas.
A las que acusaron, encerraron 
y quemaron por brujas.
A las que alzaron los puños en alto 
para defender su derecho 
y a las que sólo pudieron desaparecer.
A las que amaron y regalaron su talento.
A las que fueron humilladas, 
maltratadas, insultadas, 
despreciadas y calladas.
A las que se fueron sin saber 
que el tiempo sabría devolverles 
el mérito, el poder y la razón.
A las musas que decidieron hacer arte.
Ahora nuestras voces se oyen más alto
porque en cada una
habita la palabra de otras diez.
Por mí y por todas las demás.
Grita,
grita hasta que todos lo oigan.
Grita hasta que la respuesta 
sea sincera y para todos la misma.
Mujer,
grita,
siente tu lugar, tu poder, tu libertad y tu vida.

sábado, 11 de febrero de 2017

Donde vive mi letra

Mi bandera no es de colores;
pero ondea imitando al viento
y sobre un fondo blanco,
luce todos mis nombres.
Mi patria es la palabra
que define a quien me habita.

Familia.
Una ciudad
llena de casas
con las puertas
siempre abiertas.

Cada vez que me despido
salgo a la calle abanderada.

Esas letras son el aire limpio
que infla mi cuerpo
y mantiene mi paseo
a diez centímetros del suelo.
Orgullosa.

A veces me preguntan:
- ¿Sabrías explicar qué es el amor?-
Y yo pienso en ellos.

En unas escaleras abarrotadas
de niños que sonríen a la eternidad.
En mejillas frías sonrosadas
y manos jugando con la navidad.
En una cadena de mujeres
que se trenzan el pelo
mientras alguien planta flores
para resucitar sus sueños.
En forofos del Madrid provocando a otro del Barça.
En la risa a las seis de la mañana
cuando entramos, con sigilo, a casa.
En un abuelo enseñando a hilar la lana
mientras canta una canción
que nos recordarán mañana.
Pienso en este motor que bombea
con la fuerza necesaria,
sangre compartida e ilusión prestada.
En el valor borrando las fronteras
de un país que abarca un mundo,
y unido,
no le teme a nada.

Familia.
Un ancla que te permite parar a respirar,
otear el horizonte,
y sopesar los cambios de rumbo.
Una luz que ilumina tu mirada y
te calienta la sonrisa.
Una bandada de pájaros,
bailando con la brisa,
que esquivan
la tormenta.

Familia.
Un faro
que siempre
te espera
de vuelta.

miércoles, 11 de enero de 2017

Mi verdad

Mi verdad
(Acerca de unas manos que sujetan).

Yo era una gota de agua;
nací del rocío de una rama de chopo
cristalizada por la noche
que se rompió en mil pedazos
al alba
y por amor,
como todo lo que se hace añicos.
Llegué a sus manos casi congelada
y me deshice en su calor.
Mi piel se convirtió entonces
en la suya.
Me rompí para que me reconstruyeran,
-porque podían-,
e hice lo mismo con cada una de ellas.
Empezamos despacito,
a acercarnos hasta que nos tocamos,
y mi hombro se sujeto en el suyo,
y su hombro en el suyo
y así sucesivamente,
hasta que volvieron al mío.
Primero fuimos un reguero,
y después un río,
y al año siguiente una corriente indómita
y al siguiente un mar de verdes
y al siguiente un océano,
y pronto dejamos de distinguir nuestros límites
y nos fundimos con el cielo.
Nos vimos, de repente,
entralazadas, como ramas,
pero esta vez, inquebrantables.
Y nos desvestimos, ajenas al tiempo.
Entonces nos volvimos tan inabarcables
que descubrimos el amor verdadero.
Aquél que te aprieta la mano,
te besa en un abrazo,
y te devuelve al camino cuando el obstáculo deshace tu rumbo.
Ese amor verdadero que te salva
hasta de ti.
El que hace que crezcas un par de centímetros
porque paseas a su lado.
El que te acompaña por la vida
a través de la vida
y sobre todo, 
en su contra.


Mi amor verdadero son ellas 
que han plantado flores en mis huellas
para que cada vez que vuelva atrás
ame el camino
y jamás me pierda.
No sé mucho más de las cosas,
pero esa es mi verdad.





Guerrera

Si la vida pudiese responder
a todo aquél que le pregunta
cómo debería vivirla,
hablaría de la lucha,
de la supervivencia
y de ti.
Hablaría de declararle la guerra
a la misma noche,
de librar batallas contra la sobriedad
hasta el amanecer
y ejercitar los músculos de la risa
hasta que duelan.
Hablaría de tu manera de bailar
hasta el silencio.
De tu constancia, de tu insistencia,
de cómo sigues andando
aunque tus tobillos se tuerzan.
Hablaría de tus manos
dedicadas a cuidar,
y de cómo renuevas la idea
de que un granito de arena
puede cambiar el mundo
cuando las personas se comportan como tales.
Diría que eres la respuesta
porque eres cierta,
hundes a la duda
y enseñas que es más fácil la felicidad.
Contaría que eres verbo,
y que has sido posible en todos los tiempos
porque no dejas de suceder,
como ella.
Si la vida pudiese escoger su definición
te daría la palabra,
porque la llevas pintada,
porque luce en tus pestañas,
porque estás y eres acción.
Si la vida pudiese escoger su definición,
te elegiría.